Por: José Dolores Berrìo Berrìo
Comunicador social y docente
Con el crecimiento de La Ventura de Las Bellas Arenas en el municipio de San Benito Abad, muchas costumbres han cambiado con la modernidad, y otras que han desaparecido de raíz, dejando el sabor agridulce en las mentes de los habitantes del pueblo donde muchísimos pobladores se resisten a matar los recuerdos y el cariño que tienen por su pueblito. La transculturación en sus efectos consecuentes logra cambiar los hábitos y con él, los valores ancestrales de las comunidades por muy herméticas que estas parezcan ante la modernidad. Andrea Fernanda en su cuadernillo de historia anota los recuerdos vivos de aquellos árboles de camajòn y marañón amarillo que por largos años existieron en la casa de Juan José Berrio Mercado y María de Las Mercedes “Felicia” Ortega que adornaban la plaza que separaba la escuela, de la iglesia San José, donde estos arbustos servían de alares a las aves cantoras que por las mañanas y las tardes alegraban ese concurrido lugar. Los alumnos y profesores de esa época que conformaban la Escuela Co instrucción La Ventura, se reunían con frecuencia en la plaza, bajo la sombra fresca y amañadora de aquellos inolvidables árboles frondosos y llenos de encantos.
Andreita señala en su cuaderno de historia, la cohesión social que se daba en Las Bellas Arenas por esas décadas en torno a los principios de la organización comunitaria y campesina que crecía de manera agigantada entre los moradores del pueblo y se extendía por toda la región, donde la sociología Rural resalta el nombre de importantes líderes transformadores y democráticos como Ramón Bustamante Pérez, José Bustamante, Maxelino Villega, Nereida Barreto y José Dolores Berrio Román (mi querido padre) que con sus conocimientos e ideales contribuyeron enormemente al crecimiento y la concientización social y comunitaria de las Bellas Arenas y la región del Cañahuate sucreño. “Eran los años de oro cuando nuestro pueblo crecía alejado de la influencia de la gran corrupción administrativa de los entes territoriales (municipio de San Benito Abad y el departamento de Sucre) y del abrazo plagoso y pilateico de los politiqueros que con caritas lindas han sabido saquear los presupuestos de los pueblos”. Afirma, el Líder comunitario y campesino Ramón Bustamante.
Andreita Reconoce en sus reflexiones históricas el desarrollo del pueblo de compositores, el poder que tuvo durante las décadas de los 80 y los 90 la comunicación popular cuyos efectos tienen repercusiones actualmente en la zona con la existencia de las estaciones alternativas (altos parlantes): La Voz de El Platanal y La Favorita Comunitaria que prestan un servicio comunicativo de manera permanente y con mucho altruismo. De igual manera trae a colación los encuentros espontáneos de las lavanderas del pueblo, que combinaban sus faenas con el flujo de comunicación e información relacionado con las cosas del corregimiento y El Cañahuate (cuentos, recordaciones, chismes, anécdotas y hasta secretos amorosos que como crecientes desmedidas se daban en nuestro entorno). Estos pozos son el de La Plaza(al lado de la iglesia de San José bendito), La Ceja, Punta Pinà, La Ceibita, Buenos Aires. <La Ceja Y Buenos Aires guardan en cofre de plata las Canciones románticas de mi compadre Aquiles Berrio, el “compositor del Cañahuate” y las penas amorosas del maestro del acordeón Benedicto Solórzano, por su inmortal Amparo>, expreso el músico Joaquín Muñoz Bustamante.
La Ventura de Las Bellas Arenas guarda en su baúl de Oro las vivencias de aquellos tiempos de hermandad, de compadrazgos y de amores sinceros y duraderos. Las reuniones informales y los juegos infantiles que solían hacerse de bajo el frondoso palo de mango de la casa de mi bisabuela Herminia Mercado y la palma de vino que lucía entre las cercas de las casas de “miña” y el compae Joaco Bustamante y la “niña” Rosa Vides.
Jinevis Fernanda les dice a sus amiguitos que Las Bellas Arenas fue un pueblo próspero durante los años 70 y 80 gracias a la sinceridad de sus habitantes.
Asegura que la escuela era segura y los alumnos querían estudiar, porque aspiraban ser alguien de bien. En el Baúl de oro quedan los árboles de comunicación e información relacionado con las cosas del corregimiento y El Cañahuate (cuentos, recordaciones, chismes, anécdotas y hasta secretos amorosos que como crecientes desmedidas se daban en nuestro entorno). Estos pozos son el de La Plaza(al lado de la iglesia de San José bendito), La Ceja, Punta Pinà, La Ceibita, Buenos Aires. <La Ceja Y Buenos Aires guardan en cofre de plata las Canciones románticas de mi compadre Aquiles Berrio, el “compositor del Cañahuate” y las penas amorosas del maestro del acordeón Benedicto Solórzano, por su inmortal Amparo>, expreso el músico Joaquín Muñoz Bustamante.
La Ventura de Las Bellas Arenas guarda en su baúl de Oro las vivencias de aquellos tiempos de hermandad, de compadrazgos y de amores sinceros y duraderos. Las reuniones informales y los juegos infantiles que solían hacerse de bajo el frondoso palo de mango de la casa de mi bisabuela Herminia Mercado y la palma de vino que lucía entre las cercas de las casas de “miña” y el compae Joaco Bustamante y la “niña” Rosa Vides.
Jinevis Fernanda les dice a sus amiguitos que Las Bellas Arenas fue un pueblo próspero durante los años 70 y 80 gracias a la sinceridad de sus habitantes.
Asegura que la escuela era segura y los alumnos querían estudiar, porque aspiraban ser alguien de bien. En el Baúl de oro quedan los árboles de algarrobos de Juan Torres y “la niña Gume”; así mismo los árboles de mangos y chupas de la antigua casa de la” niña Isabel” Bustamante donde los alumnos de esa época se reunían a estudiar y recrearse durante las horas de las tardes mirando las lindas artesanías de barros que Isabel elaboraba para vender en la región.