Por: Francesca Guerrero Salas
Antes de empezar, quisiera hacer una breve aclaración de que no estoy en contra de nadie, sin embargo, parece que somos muy pocas las personas que opinamos lo que a continuación voy a contar, y parece que solo yo, me atrevo a decirlo.
Esto no se trata de una columna de opinión cualquiera, esto quiero que lo tomen como denuncia, que si son de ese pequeño porcentaje que le indigna ver cómo está el municipio, lo compartan y se desahoguen. No quería formar problema, pero ¡YA ESTOY HARTA! Y esta, es mi denuncia dirigida al señor Carlos Cabrales, alcalde de Magangué, a las fuerzas policiales, y aunque parezca absurdo, a los padres de familia que parece que aún no entienden la gravedad de la situación.
El momento en que mi percepción cambió
Hace 4 meses aproximadamente, yo era de esas personas que solo veía la cuestión del coronavirus como una simple cortina de humo. “¡Qué va!, eso es cuento de los gobiernos para tapar todo lo que pasa en el país”, esas eran mis palabras casi que a todas las personas que preguntaban mi opinión al respecto.
No fue sino hasta un día, comienzos de marzo, que vi un video del doctor Faruk Hernández, oriundo de Magangué, donde con su carisma, que lo ha identificado siempre, explica de una forma sencilla, en unos 4 o 5 minutos máximo, la gravedad del asunto.
“En Magangué solo hay 40 ventiladores”, dice en el video. Eso generó en mí una alerta del tamaño de la tierra. 40 ventiladores significan 40 personas que pueden salvarse, SOLO CUARENTA. Sacando algunos cálculos, el doctor explica en el video que esa cifra no favorece sino nada más a menos que el 2% de la población magangueleña. Hasta ahí, ya en mí hubo un cambio de 180° en cuanto al chip que tenía sobre las alertas gubernamentales del Covid-19.
Ante el estrés de las cifras, mis padres decidieron que yo debía viajar de Cartagena a Magangué, pues eso iba para largo y mis padres, obviamente, estaban preocupados.
Primera burla a los cuidados
El día del viaje, mi padre muy preocupado me dice: “Hija, el toque de queda empezó hace 15 minutos, si te paran, solo muestras el pasaje”. Cuando mi papá me dice eso, yo dije: “Los controles deben estar fuertes en Magangué para que esté preocupado”. Permítanme reírme mientras recuerdo eso.
Cuando llegué al municipio estaba muy nerviosa. Mi papá había logrado transferir su preocupación. Cuando nos bajamos del bus, nadie hizo ningún control. Veníamos de Cartagena, una ciudad que, para ese entonces, ya tenía casos positivos de Covid-19. ¿autoridad en el terminal? Ni la más mínima.
Al momento de coger el transporte, yo iba demasiado asustada, hasta que vi la realidad de las cosas. Magangué estaba como si nada en el mundo hubiera pasado. Ese mismo día hice un video exponiendo mi impresión al ver que todo lo que mi padre había dicho no estaba siendo real, y no por su ingenuidad al creer que mientras él estaba encerrado, el resto lo estaría también, sino porque incluso el señor del taxi que me transportó, no tenía idea ni le importaba lo que estaba sucediendo en el mundo.
Segunda pistola a los “decretos”
Pasaron como dos semanas hasta que me atreví a salir. Era mi pico y cédula y quería ir a comprar algo. Además de ello, mi madre me había pedido unos favores también. Resulta que quería entrar al ara que se encuentra en frente del hospital, y debía hacer una fila para poder ingresar, pues dentro, ya estaba el cupo completo. Resulta que mientras estoy en la fila, una señora se acerca a la puerta, SIN TAPABOCAS, a pedirle el favor a otra mujer, a que le comprara lo que necesitaba. Le dio una lista.
Yo no sé si soy la única que ve noticias, o estoy creyendo un mundo fantástico, pero en ese momento yo pensaba: “Si viene un oficial, le puede poner comparendo por violar la medida sanitaria”. Para mi sorpresa, un oficial de policía llegó y solo le dijo, “señora, espere en la sombra”. Sentí tanta rabia, porque por ese tipo de situaciones es que Magangué entero se ha pasado por la faja las medidas expedidas por el señor alcalde, y ojo, no quiero que me mal interpreten, no es que deseaba que a esa señora le pusieran comparendo, pero por lo menos un regaño por el uso de tapabocas sí se merecía.
Primer caso de coronavirus en Magangué
Luego de varias semanas observando la cantidad de gente desordenada que andaba en las calles del centro, los locales que no tienen ninguna restricción y las personas que no tienen idea de lo que es la distancia preventiva de 2 metros, el boom que se formó tras el primer caso, parece que hubiera sido lo que tanto necesitábamos.
A los dos días luego de la noticia, algunos locales no abrieron, otros tenían más restricción, y como cosa muy extraña, en Magangué no había casi gente en las calles.
¡Por fin!, dije. Necesitaban era un susto para entender.
Unos días después, hubo un malentendido con los casos, no casos, recuperados, etc. La gente dejó de creerle a las autoridades y nuevamente, todos en las calles.
Dirigido al alcalde de Magangué, Carlos Cabrales
El día de la madre, recuerdo que yo debía repartir domicilios de unas anchetas y estaba tan asustada, porque el decreto anunciaba que ese día, nadie podía salir. Le escribí al señor alcalde, con la intención que me regalara un permiso, o al menos me explicara qué debía hacer, pero no tuve respuesta. Contacté a dos oficiales de la policía y ambos me dijeron que la única forma que podía salir, era con un carné que indicara que solo estaba haciendo domicilios de mi empresa.
Corrimos a diseñarlo, imprimirlo y buscamos todas las formas, para que ese día no nos pusieran ningún problema. Estaba muy asustada, la verdad. Esta vez sentía más miedo que la vez que entré a Magangué, y de nuevo, permítanme me río de lo que les estoy contando, no vi a ningún policía en las calles.
Son innumerables las veces que, en Magangué, a las personas les importa un comino, los decretos que han sido expedidos por el señor alcalde, incluso, por los que vienen directamente de gobernación.
Señor alcalde, le informo de cosas que no sé si es porque usted pasa encerrado en serio, no ha notado. Hay personas haciendo fiestas, donde algunos invitados llegan de otras casas y otros barrios. Quiero dejar constancia que cuando me enteré de esta, la denuncié, pero lastimosamente no pude dar con la dirección de la casa, y los oficiales no pudieron llegar. Hay gente sin tapabocas en las calles, he visto muchas personas en el centro de Magangué, de las cuales estoy segura, ni el 40% tienen su pico y cédula. Ni hablar de la cantidad de personas que se reúnen en casas a tomar, o a pasarla bien, como si nada estuviera pasando y hasta fotos suben de ello, pero eso no es lo peor, lo peor es que cuando se supone que estamos en toque de queda y que nadie puede estar en las calles, Magangué está como si nada pasara.
Dentro de todo lo que les acabo de mostrar, solo he visto 4 policías en las calles. El primero, el que les dije del caso de ara, el segundo, un oficial que estaba haciendo guardia en Mercayá, o yo que sé qué función cumple el señor en el almacén, y los últimos dos, andaban por las calles en pleno toque de queda, viendo lo que yo estaba viendo, y no hacían nada.
Para quienes se preguntan, bueno, ¿qué hacías tú en las calles si estábamos en toque de queda?, la respuesta es sencilla, estaba entregando domicilios con un carné que para nada saqué.
Por último, y para terminar con usted, hay muchos casos de denuncias de personas que afirman que están llegando transporte de otras ciudades aun, y, de hecho, yo conozco personas que en familia, han viajado a Mompox y regresan como si nada. Su deber, por lo menos, es confirmar que esas denuncias no sean ciertas, o al menos, demostrar que hace el intento por defender el municipio, pero tanto silencio, solo parece complicidad.
A los padres de familia que son los shakiros del momento. No ven, no oyen y no hablan.
Yo cuando veo las publicaciones de la gente, que orgullosamente sube estados en la calle, reunidos con otras personas, después de pensar en lo irresponsables e ineptos que están siendo, inmediatamente se me viene un pensamiento a la cabeza: “¿no tienen madre?, lo digo, porque en mi casa, y no exagero al decir esto, si mi madre ve que me estoy maquillando (normalmente para hacer videos), enseguida me pregunta ¿para dónde vas?, si la respuesta es que voy a salir, la pregunta siguiente es ¿hoy puedes salir?
De verdad no entiendo si es que en mi casa es en la única parte donde respetamos esas medidas, o qué es lo que sucede, pero si como padres ustedes no hacen nada impidiendo que sus hijos salgan a la calle, espero que no sea en UCI que piensen: “por qué la dejé salir”. ¿cómo es posible que haya padres de familia que permitan que sus hijos anden en reuniones hasta tarde, si se supone que el toque de queda es hasta las 5? ¿acaso no son conscientes que, por probabilidad mayor, ustedes serán los primeros en enfermarse, y, por ende, morirse?
Ya para terminar, yo, Francesca Guerrero Salas, exijo al señor alcalde Carlos Cabrales, que deje el miedo a la mano dura, y que de verdad, aplique autoridad en este lugar. No sirven los decretos, señor, entiéndalo bien, ¡NO SIRVEN LOS DECRETOS!, la gente se los pasa por la faja y todos podemos morir por eso, para eso existen los comparendos, los correctivos oficiales, y de ser necesario, su susto en prisión por unos días, pero ¡HAGA ALGO!
Yo a mis 21 años de edad me siento aterrada de vivir en un lugar con tan poca autoridad, con tan pocas ganas de sobrevivir. Y ojo, soy muy consciente que la mayor parte de la culpa, la tienen los ineptos que creen que el coronavirus es un juego, pero de solo colocar comparendos por violar medidas sanitarias y hacerlo público, le puedo jurar que más nunca sucede eso en las calles, pero de verdad, ¡HAGA ALGO!, no es posible que siga permitiendo que, en Magangué, todo el mundo le saque el dedo del medio a sus papeles llamados “decretos”.