LA INOCENTE PÉSIMA CALIDAD DE SERVICIOS CLARO.
La economía colombiana, con fundamento en la tal confianza inversionista, generada por las bondades administrativas, operativas y de régimen tributario, ofrecidas por los gobiernos neoliberales que venimos padeciendo desde el año 1.994. Tan segura es la confianza inversionista, para ese capital extranjero privado, que hasta contrato, que les garantiza seguridad jurídica, celebran con el Estado colombiano.
La seguridad jurídica, significa, que los cambios normativos en materia económica, que sucedan en el país, no los afecte a ellos. Desde el punto de vista, del interés particular, obvio, que los capitalistas, quieran amarrar para sí, el mayor cúmulo de ventajas, que favorezcan su inversión. Pero, claro, que también, deberían tener, no sólo, como correspondencia contractual de rigor, si no, como integridad del servicio: calidad del mismo.
Y este elemento, es el gran ausente en los servicios de comunicaciones que ofrece CLARO. En lo personal, tenemos la ingrata experiencia del denominado CLARO HOGAR. Televisión, internet y telefonía fija. Y ese es, el mamita mía. Cada cierto tiempo, falla en internet. La visita técnica llega, soluciona el problema y a los tantos días, de nuevo, el mismo peregrinar. Otras veces, el daño es completo: los tres servicios, por fuera.
Hace, exactamente, una semana, regresó a escena, la falla en internet. Y de nuevo, la repetición del libreto, forzosamente aplicable: llamada al *611; contestación con retahíla publicitaria, que el reclamante, sumisamente, debe soportar; seguidamente, acometer los pasos instructivos, que desgrana la impersonal voz telefónica y que pone al fastidiado suscriptor, a pasearse digitalmente por el teclado del celular o del computador, de donde se realice la navegación de la inconformidad.
Dentro de ese contexto temporal de la semana, van cuatro visitas técnicas y el servicio, de mal en peor. Ayer, hubo un nuevo ingrediente: cambiaron el módem -ustedes saben qué es- retornó el internet; pero, a la despedida del técnico, se tornó peor. La intermitencia, apareció continua. Hoy, se madrugó a repetir la queja. Y a esperar, esperanzadora nueva visita del operario. Vendrá en la tarde.
Hemos referido, temática de CLARO HOGAR. Y de CLARO MÓVIL, ni se diga. No con nosotros, pero sí, con líneas relacionadas. Por ejemplo. Una conversación telefónica con nuestro colaborador, Antonio Cueto Aguas, de tres (03) minutos, requiere de igual número de restablecimientos o remarcación, por lo menos. Porque, la comunicación, se interrumpe abruptamente. Cueto, reside en el Municipio de Baranoa.
Y tiene que buscar ubicación en el espacio circundante, para que en determinado punto, la comunicación sea fluida, por lo menos, en el corto tiempo, en el cual, se mantiene al aire. Los padecimientos, puestos aquí, de presente, colocan a esta prestataria de servicios de telefonía móvil e internet, en situación de falla, que no es fácil de configurar ni de sancionar, porque, para la ley, se requieren quince (15) días, para tal defecto operativo.
Clásica ventaja del prestador del servicio, ante la impotencia del suscriptor, usuario o consumidor. Sobreposición, que desemboca en dominante, con claro perjuicio para el mortal ciudadano, a quien se le niega, el elemental derecho de un eficiente servicio público, domiciliario por extensión legal. Y a ésto, se le llama, confianza inversionista.
Confianza, que en Barranquilla y la Costa Atlántica, nos ha dejado, imborrables experiencias sociales. La tumbada de Triple A., y las gabelas otorgadas a Electricaribe. Ahora resulta, que el reemplazo de Electricaribe, Air-e, según sus manifestaciones, está recomponiendo todo lo malo, heredado de aquella. Herencia, creada a ciencia y paciencia, de los tales órganos de control, comenzando por la Superservicios Públicos Domiciliarios.
Era tal, el afán de la entrada a Colombia, de la confianza inversionista, que la telefonía móvil, dio lugar, a la disolución, supresión y liquidación de Telecom., y sobre la huérfana y gratuita estructura funcional de ésta, el gran negocio de la telefonía móvil, inició su penetración en el mercado nacional. Otra ventajita del Estado, hacia el gran capital.
Primero, Gaviria, había querido venderla internacionalmente. Y ojo, la falla del servicio, no es, de pásela por inocentes. Es cruel realidad, de rentabilidad empresarial. Hay que pagar igual.
Joaquín Romero Calle.